jueves, 13 de abril de 2023

El oportuno socorro.🔥


Transcurría el día 10 de Junio de 1.988, estaba culminando mi primer año de la escuela secundaria en el emblemático liceo maracayero “Juan Vicente Bolívar y Ponte”, unos días atrás me entere que la banda show de la escuela tenia ensayo esa tarde, (por aquella fecha abrían audiciones para nuevos integrantes) y había determinado no solamente asistir a la audición, sino en mi corazón había la determinación de ser músico. Recuerdo muy bien la noche anterior, mi hermano Gilmer estuvo dándome consejos de la percusión, ya el ejercía el oficio de manera profesional, y todos en casa teníamos el don de la música, con el recuerdo fresco de estos consejos llegue al ensayo; fue impresionante ver que lo primero que se hacía era una rutina militar llamada orden cerrado, y como aspirante a ser integrante tuve que sumarme a un grupo para ser instruido en todo, al terminar la rutina, por fin el momento esperado por mí la audición, el famoso profesor Humberto Sarmiento y otros músicos me probaron en la percusión, para aquellos días el merengue dominicano estaba de moda, y les llamo mucho la atención que yo dominaba el ritmo,
a los 8 años una domestica dominicana que trabajaba en casa me trajo una pequeña tambora artesanal de su tierra, y mi hermano me enseño los ritmos. Casualidad o no el profesor buscaba a alguien que ejecutara este instrumento para incluirlo en la banda, y así fue como comenzó mi andar en el mundo de la música. Comencé con rutinas de orden cerrado y ensayos, y practicaba con un granadero, ya que para la banda se requería una tambora profesional grande, el profesor me dijo sigue practicando de esa manera, la tambora no era un instrumento tradicional en la banda, y había que adquirir una. Entre ensayo y ensayo, llego mi primera presentación, ya me había medido el uniforme, pero la tambora ¡nada que llegaba!, recuerdo claramente que la fecha de mi primera presentación fue un domingo 10 de Julio de 1.988, estaba en el autobús con toda la banda, y con la promesa de que alguien iba a prestar una tambora para que yo pudiera debutar con un grupo de músicos, recuerdo que era un domingo soleado en el parque metropolitano en Maracay Venezuela, y la tambora nada que llegaba, en el sitio estaba mi mama, mi hermano mayor Itsvan y su familia, era incomodo estar allí y ser el único músico ¡sin instrumento!, salvo que pasara algo iba a quedar avergonzado, la banda inicio su presentación, y luego de la primera canción vi a mi mama abriéndose paso en la multitud trayendo una tambora dominicana, se acerco donde yo estaba y me la puso, la ayuda llego en el momento oportuno, otra banda que estaba en el lugar le presto el instrumento a mi madre y en mi primera presentación no quede avergonzado. Recuerdo esta historia después de tantos años, porque ahora conociendo a Jesucristo comprendo que tenemos acceso a nuestro Padre Dios, para hallar gracia y misericordia para el oportuno socorro, el no deja avergonzado a sus hijos.

Hebreos 4:16  Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

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